Originalmente publicado gracias, por y para la Revista Dystopia: http://dystopiadigital.com/2018/02/21/la-paz-la-ciudad-que-se-niega-de-los-rios-a-las-alcantarillas-y-de-vuelta-hacia-el-agua/
Retomando la premisa, de la aleatoriedad frente al
crecimiento acelerado de las ciudades latinoamericanas, la ciudad de La Paz-
Bolivia, con casi 800,000 habitantes, se encuentra entre las ciudades que ha
corrido con algo de mejor suerte; en parte porque la ciudad de El Alto[1],
su ciudad hermana, ha absorbido evidentemente gran parte de los efectos negativos
de este crecimiento esporádico. Pero fundamentalmente por encontrarse asentada
en un complejo sistema de ríos y valles mediadores entre el Altiplano y la
Cordillera Real, que han condicionado su crecimiento. Este aspecto natural ha
hecho que el tejido de la ciudad no sea disperso, que es más bien compacto y
continuo, que se generen bolsillos de espacios abiertos y vistas libres y que
la escala humana no se subordine al automóvil, por lo menos en términos de
proporción del espacio, y finalmente que se generen empíricamente pequeñas centralidades[2]
por lo que los servicios no se encuentran completamente inaccesibles.
Exploración gráfica que investiga
las relaciones entre el asentamiento y suelo de los valles de la ciudad de La
Paz. (Fuente: Manuel Aliaga 2015)
Asimismo,
la ciudad de La Paz ha ganado especial notoriedad en los últimos años no sólo
por ser reconocida en 2014 como una de las siete ciudades maravillosas (New 7 Wonders Cities [3]),
sino también por sus llamativos proyectos, concebidos e implementados por el
Gobierno Autónomo de la ciudad y el Gobierno Central, tales como las Cebras de
tráfico; jóvenes educadores urbanos de óptimas conductas viales disfrazados de cebras
que trabajan en la ciudad desde 2001, y el exitoso proyecto de Barrios de Verdad
que ha sido replicado en Guatemala, que es un proyecto de transformación y
mejora masiva (settlement upgrading) en
80 áreas relegadas de la ciudad desde 2005.
Pero
sobretodo, la ciudad de La Paz ha llamado la atención por intentar alcanzar en
poco tiempo las novedosas prácticas urbanas de transporte en Sudamérica, siguiendo
el ejemplo del Metrocable, implementado en Medellín en 2004, que es
reinterpretado y ampliado bajo el nombre de Mi Teleférico, inaugurado en 2014. O
el Transmilenio bogotano en funcionamiento desde el año 2000, como ya una
versión actualizada de la visionaria Rede Integrada de Transporte de Curitiba
de 1974, que en La Paz opera desde el 2014 y recibe el nombre de PumaKatari.
Más
allá de los notables cambios del espacio urbano y la modernización del
transporte, estas acciones logran, sin estar enteramente consciente de ello al
ser en su mayoría buenas reproducciones, incluir a una población desfavorecida
porque en esencia estas estrategias buscan revertir los efectos de la
marginalización, permeabilizando las áreas bien servidas, al mismo tiempo que
mejoran y conectan las áreas menos servidas, dignificando a un usuario que deja
de ser el privilegiado automóvil.
En
la ciudad de La Paz estas acciones, que bien podrían llamarse urbanismo de
desarrollo (development urbanism) si el
campo del urbanismo no hubiera estado al margen de todo este proceso debido a que
las ideas provienen de la autoridad pública, han transformado de manera
significativa toda la dinámica de la urbe. También en este sentido, se ha
corrido con suerte, replicando estas alternativas oportunamente, aunque sin
saber a cabalidad para qué sirven y lo que hacen. Sin embargo la carencia de
herramientas para leer y reconocer los problemas genéricos y específicos de la
ciudad de La Paz no puede prolongarse por demasiado tiempo, pues la suerte se
agota.
Las
últimas acciones sobre la ciudad evidencian una carencia de visión de mayor
amplitud, entendida tanto en el sentido de anticipación como en el sentido de
observación y asimilación del contexto urbano, que además permita orquestar las
importantes acciones llevadas a cabo en este crucial momento. Más aún lo más
notorio en este período de grandes y notorias intervenciones, de lucidez y
operatividad institucional, que además propone un prometedor escenario de
renovación de la planificación urbana, es que se ha ignorado sistemáticamente
quizás el mayor problema de la ciudad: el agua.
Los ríos
invisibles
Con el sostenido crecimiento tanto de la
población como de la expansión urbana en la metrópoli Andina, el asentamiento
enfrenta problemas inertes a la cantidad y calidad del agua, en torno a su
producción y consumo. La ciudad de La Paz, no cuenta con un tratamiento de
aguas residuales y la planta de tratamiento que opera en El Alto no consigue
evitar la contaminación y daño a los cuerpos de agua de sus respectivos
ecosistemas[4],
al mismo tiempo, la accesibilidad al agua potable y su producción sustentable
se mantiene como un desafío para ambas ciudades. Con el objetivo de conseguir
un 100% de cobertura del servicio para el año 2036, planteado por el Ministerio
del agua[5] se hace necesaria no sólo una actualización
de la infraestructura, sino un análisis y replanteo del sistema y sus flujos
desde la sustentabilidad y desde el crecimiento urbano y su relación con el
manejo del agua. Especialmente
en vista de los acontecimientos de escasez experimentados en noviembre 2016,
donde más de 94 barrios de
la ciudad sufrieron cortes y racionamiento del suministro de agua potable,
producto de una significativa reducción de agua en las reservas, durante un
periodo de la temporada de sequía extendido.
Por otro lado, de acuerdo a reportes oficiales, se
han registrado al menos 50 deslizamientos significativos en los últimos 40 años[6]
en la ciudad de La Paz. Y así, como la más notoria característica de la ciudad
de La Paz son sus pendientes, son estas mismas las que contienen más de 300
ríos y riachuelos en su lecho, que son
negados en su condición natural para ser domesticados y contaminados debajo de
bóvedas y canales que, sumados a la topografía de la ciudad, la rápida
urbanización que ésta experimenta, las intensas
precipitaciones, como parte del fenómeno del Niño[7]
y las irregulares temporadas de lluvia producto del cambio climático,
convierten este centro urbano particularmente frágil dentro la región.
En este contexto, la conciliación con la hidrología,
como característica fundamental del paisaje, ha permanecido invisible no sólo por
el despojo de su condición natural, pero fundamentalmente por su sistemática negación
y la falta de asimilación de su presencia. Sostenida en esta observación, el
principal planteamiento de este trabajo, concibe esta menuda red de ríos y
riachuelos como una oportunidad, tanto para revalorizar este aspecto esencial
del paisaje, a menudo pasado por alto, como una oportunidad para solucionar los
problemas relacionados con el agua y para re-imaginar la ciudad.
Exploración gráfica que investiga
las relaciones entre los ríos y el suelo de la ciudad de La Paz. (Fuente: Manuel Aliaga 2015)
Para el territorio la problemática del agua se
centra en el desequilibrio, y contradicción, de experimentar sequías en sus
reservas y contar con mayores volúmenes de agua, que al mismo tiempo provocan
eventos adversos y sobrepasan las infraestructuras hidráulicas en época de
lluvia, no pudiendo tener control directo sobre dicho recurso y no pudiendo
identificar el problema del agua de manera integral.
Esta notable contrariedad yace en observar cómo la
inicial fuente de agua potable de la ciudad ha sido reducida drásticamente en
sólo un par de años, mientras durante la temporada de lluvia el volumen de agua
sobrepasa en gran medida la infraestructura construida. Este despropósito habla
sobre el fragmentado manejo de agua que se ha venido practicando en los últimos
años, el cuál ha sido evidenciado claramente por el cambio climático. Éste ha
transformado el origen de las reservas de agua de la ciudad, en la actualidad
sólo 35% proviene de deshiles de glaciares tropicales mientras el 65% viene de
precipitaciones pluviales[8],
la pregunta es; si la fuente del sistema de abastecimiento ha cambiado, por qué
no ha cambiado el sistema. En este escenario se hace urgente reformular una
mirada de la hidrología de la ciudad, que permita pasar de la domesticación
hacia la asimilación y de vuelta hacia un manejo contextualizado y
asertivo.
De los ríos
a las calles y de vuelta a las quebradas.
En
la ciudad de La Paz, el río Choqueyapu y sus tributarios, han desempeñado
diversas funciones a través de la historia. En el periodo colonial, el río fue
más que una barrera natural para separar la ciudad española de la ciudad
indígena, su nombre se traduce en Señor del oro[9],
por lo que se asume que en este lugar se lavaba oro incluso antes de la
fundación de la ciudad en 1548. Sin olvidar el acontecimiento en la historia de
la ciudad que mejor visibiliza la relación entre la ciudad y el agua; la
inundación premeditada durante el cerco a la ciudad española de La Paz, como
parte de la rebelión indígena en 1781.
A lo largo de la historia de la ciudad, rápidamente se
erigieron infraestructuras sobre los ríos, siendo los puentes una práctica
inicial que gradualmente se convierten en canales, bóvedas y calles. Desde
entonces los ríos han sido utilizados por defecto como el sistema de drenaje,
función que permanece en la actualidad una vez después de estar notoriamente
contaminados, se los canaliza y finalmente se los emboveda para abrir espacio
frente a la expansión urbana.
El río Choqueyapu como principal río de la ciudad de
La Paz, es el caso más notable de esta práctica, donde la mayor consecuencia es
su extrema contaminación. Durante su trayecto el río recoge las aguas sin
tratamiento de una remanente zona industrial, de gran parte de la ciudad y
recoge a su vez tributarios que desempeñan la misma función de alcantarilla. De
acuerdo a la agencia japonesa Jica, en su estudio del año 1993, la calidad del
agua del río Choqueyapu muestra características de aguas residuales. El
resultado es un cuerpo de agua híbrido, artificial/natural, que plantea la
pregunta si es que contamos con un río contaminado o una alcantarilla (semi)abierta.
En la actualidad los cursos de agua en el valle de
La Paz actúan de acuerdo a su altitud; la sección más alta está definida por la
recolección y el tratamiento del agua, la sección media, en la cual se
encuentra el asentamiento urbano, está dada por el consumo y por la evacuación
del agua, en la parte baja el uso principal es la irrigación de campos de
cultivo. El curso de las aguas a nivel de territorio no es considerado en sus
diferentes usos, el problema más evidente es la irrigación de campos de cultivo
en la sección baja, cosechas que son irrigadas con agua contaminada y luego
consumidas en los mercados de la ciudad con consecuencias reales para la salud
pública.[10]
Representación gráfica del actual sistema y flujos de agua en la ciudad de La Paz. (Fuente: Manuel Aliaga 2015)
El actual sistema de producción y consumo de agua,
es el resultado de un sistema de acumulación de obras de infraestructura
hidráulica que funcionan de forma aislada y que presentan problemas localizados
de difícil solución, sobre todo si se mantiene el principio enraizado de
implementación de una único dispositivo, de gran costo, capaz de solucionarlo
todo de una vez y por todas. En este sistema, que tampoco ha sido actualizado
ni adaptado al cambio climático y al crecimiento urbano, resulta ajeno y
vulnerable frente a las nuevas condicionantes.
En
la actualidad se cuentan con cinco reservas de agua, que nacen como lagunas
naturales artificialmente agrandadas, para la recolección de lo que en principio
era una fuente de deshiele. Estas reservas dependen en la actualidad mucho más
de precipitaciones de lluvia que de su fuente inicial, porque las capas
glaciares se han reducido drásticamente, en lo que se conoce como pérdida de
glaciares tropicales[11].
El agua de las reservas es enviada a tres plantas de
tratamiento alrededor de la ciudad, para su potabilización y consumo. Las
plantas de tratamiento cuentan con una red de distribución del agua potable
para el consumo en las viviendas e industrias. Una vez consumidas, estas aguas
servidas son vertidas mediante el sistema de alcantarillado a los ríos y
riachuelos de la cuenca del valle de La Paz, así mismo, las aguas de lluvia y
el flujo natural de los ríos y riachuelos se suman a este sistema centralizado
de descarga de agua que no tiene distinción alguna. Las aguas de origen
industrial tampoco reciben tratamiento alguno y son vertidas directamente al
río.
La saturación de los canales en época de lluvia
provoca filtraciones que resultan en deslizamientos en las áreas de mayor
pendiente, mientras que en las áreas de lechos de ríos y en donde se juntan
tributarios, las infraestructuras y canales presentan rebalses y rápido
desgaste debido a la velocidad y fuerza de mayores volúmenes de agua contenidos
en poco espacio y en descenso rápido. La parte baja del Valle, en donde se encuentran los
campos de cultivo, es un área que se encuentra especialmente bajo presión. Esta
área que mantenía un ciclo interesante de retorno de los cultivos hacia la
ciudad, y que funcionaba bajo el sistema natural de auto-purificación del río
por encontrarse a una mayor distancia de la ciudad, previo crecimiento
esporádico, hoy en día, adicionalmente a la contaminación, es susceptible a
inundaciones durante el período de lluvias.
Frente al actual sistema, el propuesto busca
idealmente cerrar ciclos y adaptarse a las nuevas condiciones marcadas por el
cambio climático y por un crecimiento urbano sostenido en la ocupación
irregular[12].
Este sistema busca almacenar, retener y filtrar agua de lluvia, separar las
aguas grises de las aguas negras, redirigir los cursos de agua natural (que no
son aprovechados) y que rápidamente son contaminados por la expansión urbana.
Implementar tratamiento modular de agua residual e industrial dentro de un
esquema descentralizado. Busca en definitiva, estrategias que permitan cerrar
ciclos de aprovechamiento óptimo. Se ha visto necesario efectuar algún tipo de
tratamiento de las aguas servidas con especial énfasis en las áreas
industriales, las cuales pueden beneficiarse a su vez si se consigue recuperar
materiales o energía para sí mismas. Por otro lado se propone una separación de
los cursos de agua según su calidad, teniendo como principal objetivo (re)crear
una red para las aguas de lluvia, las aguas grises y las aguas de tributarios
que aún no se mezclan con aguas contaminadas, como una red alternativa, no sólo
para descomprimir los canales centrales, sino para desacelerar y retener un
volumen de agua significativo en la periferia, que bien podría ser reutilizada.
En el transcurso de los ríos más importantes, es necesario restaurar ciertos
espacios para la desaceleración del agua y su descontaminación, esto se puede
lograr a través de pozos modulares que imiten procesos naturales de remediación,
como lagunas de fitorremediación. Finalmente es necesario pensar en estrategias
oportunas para los asentamientos urbanos y ocupaciones irregulares del suelo, con
el fin de evitar incipientes conexiones de desagüe, sobretodo de aguas negras,
a los riachuelos y quebradas. La dotación de baños secos, pero también la
recuperación de prácticas vernaculares del uso y reciclaje del agua (como la
recolección del agua de lluvia) de forma individual y colectiva, son
alternativas que resultan interesantes para el tipo de crecimiento urbano por
ocupación.
Representación gráfica del sistema propuesto y de los nuevos flujos y ciclos de agua para la ciudad de La Paz (Fuente: Manuel Aliaga 2015)
La ciudad de La Paz es, históricamente una ciudad construida alrededor del agua. La expansión del tejido urbano tiene su origen al borde de las llanuras demarcadas por los ríos y riachuelos que la surcan; luego, al crecer, va colonizando, progresiva o aceleradamente, los valles y las pendientes que la rodean. En ocasiones encuentra otra extensión en mesetas, que rápidamente saturan el suelo habitable, pero dejan respiros y vacíos, espacios abiertos y ocultos que se pasan por alto, pero que esperan a ser revalorizados.
La alta densidad, la incipiente verticalidad, la plataforma
de la sofisticada infraestructura moderna, la todavía atinada escala de la
ciudad (la escala humana no se subordina al automóvil) y el tejido urbano
compacto, no están dados por un diseño urbano consiente, están guiados
permanentemente por el pulso que marca el paisaje. Casi todas las cualidades de
la ciudad de La Paz, de las que innumerables fotografías dan fe, están determinadas
por su relieve, su topografía y su hidrología, o por las posibilidades que el
entorno natural inspira. Mientras atribuimos los problemas de la ciudad de La
Paz a su soberbio paisaje, nos atribuimos con ligereza y orgullo sus mejores
cualidades y maravillas, siendo paradójicamente en realidad, todo lo contrario.
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[1] El Alto al
constituirse administrativamente en otra ciudad en 1984 beneficia a la ciudad
de La Paz. Un ejemplo de ello es que la población en situación de pobreza en La
Paz es de 14,3%, mientras en El Alto es de 36,0% según Censo 2012.
[2] El Gobierno Autónomo de la ciudad de La Paz,
asume en 2017, las centralidades urbanas como modelo de crecimiento.
[3] La fundación New7Wonders,
concluyó en 2014 que las ciudades de Doha, Beirut, Kuala Lumpur, Habana, La
Paz, Vigan y Durban habían sido las ganadoras del concurso.
[4] Auditoría Ambiental
Contraloría General del Estado 2013.
[5] Plan Maestro Metropolitano de
Agua potable y Saneamiento 2012.
[6] Dirección Especial de Gestión
Integral de Riesgos DEGIR 2014.
[7] Organización Mundial
Meteorológica, 1994.
[8] Fernandez Katherine 2012.
[9] Medinaceli Ximena 2000.
[10] Estudio de la Contraloría Nacional Boliviana
2013.
[11] Ramírez Edson 2008.
[12] Nataly Viviana Vargas Gamboa
2014
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